Bar Rosi

Lo que empezó siendo una pequeña pastelería y cafetería de barrio se ha convertido con el paso de los años en un señor bar-restaurante, con una terraza gigante, una zona de barra amplia y un comedor más que generoso con un entrañable –y añorado– toque años setenta. Rosi abre todos los días al punto de la mañana y cierra a la hora de irse a descansar. En esa enorme franja horaria desfila gran parte del auténtico y afectuoso vecindario del barrio del Pilar –jubilados, currantes, grupos de amigas, familias, colegas, estudiantes y parroquianos fieles– que llegan aquí con el ánimo de pasar un rato entre los suyos, charlar, refrescarse y reponer fuerzas.

La variedad de la carta de Rosi es monumental y su cocina tiene ese punto casero que tanto nos gusta. Nosotros te recomendamos la oreja a la plancha, las patatas en salsa, los boquerones, los sándwiches, el menú diario –nueve primeros y ocho segundos– y su cocido, pero hay mucho y bueno donde elegir: montados, pinchos, huevos rotos, baguettes, ensaladas y generosas raciones.