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Los mejores bocatas de calamares en Madrid
¿Listo para chuparte los dedos?
Dicen que es uno de los símbolos gastronómicos de Madrid y, quizá por eso, hay casi tantos bocadillos de calamares como bares y restaurantes tiene esta ciudad. Ante un panorama así, y teniendo en cuenta la aparente sencillez de su preparación, parece difícil equivocarse. Pero es precisamente en esa simplicidad donde reside la magia que no siempre sucede y, para acertar a la primera, nada como consultar esta ruta única para encontrar los mejores bocatas de calamares de Madrid. Te avisamos de que algunos destacan por su singularidad, originalidad y elaboración, todo ello sin perder de vista la tradición, y sobre todo lo más importante, un sabor espectacular.
El bocata de calamares de Magerit es de los que más fama tienen en todo Madrid, y mira que hay dónde elegir. Pero no es para menos, porque no han dejado ni que el paso de los años ni que la gran afluencia de turistas que tienen por su estratégica posición en plena Plaza Mayor merme la calidad de su propuesta. Su montadito de calamares en pan negro es uno de sus grandes atractivos y una estupenda propuesta si no hay mucha hambre porque, además, también cuentan con el bocata de calamares tradicional en su mejor versión. Buenísimo.
Hay días en los que uno se levanta tan castizo y chulapo como el mejor chotis de Agustín Lara. Esos días, en los que uno se siente madrileño de pura cepa -y aunque se sea ‘gato’ de adopción, los madrileños nacemos donde queremos– y es imperativo degustar el mítico bocata de calamares.
A nosotros, que nos va la marcha, nos gusta con punch, como el de El Kiosko, donde lo preparan con kimchi coreano y pan negro de tinta de calamar. La combinación, cerveza en mano, no puede ser más fetén.
De un solo vistazo, uno jamás pensaría que en la carta de El Imparcial, el local cool del Rastro que ahora ocupa lo que antaño fue la sede del diario El Imparcial, se puede encontrar uno de los bocadillos de calamares más ricos de la ciudad. Porque sí, la oferta gastronómica de El Imparcial es todo un homenaje a la tradición gastronómica madrileña, con toques e influencias muy castizas, pero en versión actualizada. Y su bocadillo de calamares es uno de sus mejores ejemplos.
Se presenta en formato casi deconstruido, abierto en dos mitades, dejando al descubierto el relleno de su interior: anillas de calamar jugosas, con un rebozado crujiente y salpicado por un alioli negro (hecho con la propia tinta del calamar). Digamos que lo ponen fácil para que cada cual se lo coma al gusto: con tenedor y cuchillo, dejando el pan para el final, o a bocados, como manda la tradición.
Aquí, uno entra por los torreznos y se queda hasta los bocatas. De calamares, a poder ser. Con su pan crujiente y su fritura recién hecha. Los Torreznos, cervecería clásica con tres locales en la ciudad, se precia de llevar 60 años sirviendo viandas ricas y asequibles a todo tipo de público, como el bocadillo de calamares a diario. Dentro de un barrio en el que abren y cierran bares todos los días, y que se precia de tener las barras más modernas y cool de la ciudad, Los Torreznos no tiene visos de dejar de servir sus bocatas, a tenor de las multitudes que se agolpan en el establecimiento a por una caña bien servida.
Alberto Blázquez, tercera generación que regenta una de las populosas barras de zinc de Los Torreznos, sabe que hay que coger fuerzas para hacer una buena ruta nocturna por Chamberí, o para entrar al concierto que se celebre ese día en el WiZinc Center, el antiguo Palacio de los Deportes, que está justo al lado del local de Goya. Y es que su público está dispuesto a darles vida otros 60 años más, por lo menos.
Además de ser uno de los sitios míticos de la capital para degustar unas croquetas (tienen más de 32 variedades entre dulces y saladas) el bar Javier Martín Croquetas & Café cuenta con uno de los mejores bocadillos de calamares que podrás encontrar en el centro de Madrid, en el castizo barrio de La Latina. Un bocata donde los calamares frescos y doraditos, fritos en un aceite limpio, se asientan perfectamente sobre un pan especial de chapata.
Un bocadillo de calamares que está crujiente tanto por la corteza del bocata, como por el interior: antes de añadir los calamares, tuestan el pan en la plancha, lo que le da un toque crunchy ideal. Y es que son ya más de 17 años haciendo ‘marismeños’, como Javier los llama, ya que lo acompaña con una salsita de alioli casera hecha con leche y que suele presentar en un tarrito aparte. Bocata crujiente donde los haya, de más de un palmo de longitud, que ya estás tardando en probar.